ANA TAMAYO









CONSTELACIÓN
VEGETAL


En un jardín botánico del Caribe colombiano, esta serie fotográfica explora los cruces entre lo vegetal y lo cósmico. Las plantas —habitantes ancestrales de este bosque tropical— se convierten en puntos de anclaje de una cosmogonía en transformación. A través del montaje de estos seres con cielos estrellados y trazos de constelaciones, la obra propone un diálogo entre imaginarios celestes y raíces terrestres.

Evocando el pensamiento del Cthuluceno y las ecologías relacionales, la serie interroga los vínculos entre humanidad y mundo vegetal, tejiendo redes de interdependencia entre dibujos humanos y cuerpos-sistemas no humanos. Al mismo tiempo, se hace eco de las huellas coloniales inscritas en la historia de los jardines y proyecta preguntas hacia futuros inciertos.

De esta fricción entre lo botánico, lo ancestral y lo estelar, emerge un mundo híbrido donde lo vegetal asume un rol protagónico como archivo viviente, guía espiritual y agente de reexistencia. Las formas vegetales no solo habitan sino que guardan, encarnan y transmiten saberes, memorias y experiencias —del entorno, del tiempo, de las relaciones que las atraviesan—.

Una invitación a imaginar, desde lo sensorial, lo especulativo y lo colectivo, otras formas de habitar la Tierra.


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Transcripción de preguntas y respuestas sobre Constelación Vegetal con Ghyslaine Badezet – Responsable del servicio cultural y pedagógico de la MEP


– ¿Qué es el “imaginario del Cthuluceno”?


El Cthuluceno es un término propuesto por Donna Haraway, desarrollado en su libro Seguir con el problema. Es una respuesta crítica al término “Antropoceno”, utilizado para describir la era geológica actual. Haraway cuestiona esta noción, ya que considera que las ciencias (naturales o sociales) “ya no pueden apoyarse en el excepcionalismo huma- no ni en una visión egocéntrica y centrada, heredada de la filosofía occidental y de la economía política”.

Ella propone, en cambio, abrazar el caos, convivir con los “monstruos contemporáneos” de una época marcada por la incertidumbre. Para ilustrar esta idea, escoge una araña, la Pimoa cthulhu, que vive bajo los troncos de los bosques de secuoyas del norte de California. Este nombre, “cthulhu”, evoca a los “habitantes de las profundidades, esas entidades abisales y fundamentales que se consideran ctónicas”. El término tiene raíces en el griego khtonios (“de la tierra”) y khtôn (“tierra”).

Se trata así de una palabra que remite a la “fabricación de fabulaciones especulativas”, tan queridas por Haraway, especialmente en forma de SF (ciencia ficción y ciencia fac- tual) feministas. Se inspira, entre otras, en las narrativas de Ursula K. Le Guin, con sus exploraciones de utopías y mundos posibles, y en Octavia Butler, quien cuestiona diná- micas de poder, resiliencia y evolución en contextos futuristas y a menudo distópicos.

Por mi parte, uso este imaginario en dos direcciones:

1. Proponer una SF situada. Mi proyecto se desarrolla en un jardín botánico en Turbaco, una región del Caribe colombiano, cercana a Palenque, un lugar profundamente marca- do por una historia de resistencia y memoria descolonial. Estar en un “jardín botánico” nos confronta con los escombros de la colonialidad y con el legado aún vigente de ese pasado. La ciencia ficción se encarna aquí en una visión de las estrellas y constelaciones: un dibujo, un relato posible, como las líneas de Nazca. Tal vez deba añadir una segunda parte, dibujando sobre la tierra o en una caverna.

2. Proponer un cielo estrellado en relación con lo vegetal como imagen de un relato posible. Esta representación, en mi opinión, devuelve a los humanos a una perspectiva de pequeñez y finitud, pero también de sueño y narración especulativa o fantástica. Ese cielo se convierte en un espacio de exploración donde se entrelazan la fabulación y la especulación, permitiendo imaginar narrativas alternativas o nuevas formas de pensar nuestra posición (como seres terrenales / ctónicos) en el mundo.


– ¿Qué son para ti las “redes de simbiosis inesperadas entre humanos y no humanos”?


Con el Cthuluceno, Donna Haraway propone la noción de simpoiesis: construir con, hacer con, crear con. “Nada se hace solo”. Esta idea se inspira, entre otras fuentes, en la teoría endosimbiótica de Lynn Margulis.

En mi caso, propongo ir más allá del simple marco del jardín botánico para colocar en el centro a los seres vegetales y la vida que albergan. Aunque mis fotografías muestran principalmente el mundo vegetal, sugieren mucho más: sistemas, incluso ecosistemas completos, que ocultan otras formas de vida en su interior.

Al situar en el centro de una nueva cosmogonía (de ciencia ficción) la belleza y las capacidades del reino vegetal para “hacer con” nosotrxs, los “ctónicos”, los “humanos de la Tierra”, recuerdo que somos nosotrxs quienes necesitamos de ellxs para sobrevivir, y no al revés. Es esta interdependencia crucial la que deseo subrayar.

Por eso, en mis fotografías no aparecen humanos ni arquitecturas, aunque, si se observa con atención, se puede intuir que nos encontramos en un jardín botánico del trópico americano.

Las redes de simbiosis entre humanos y no humanos (el mundo vegetal y la vida que aloja) están por imaginarse -en las grandes ciudades-, y es ahí donde entran en juego los dibujos de constelaciones.

– ¿Qué vínculo de diálogo existe entre las plantas y las estrellas?

Desde tiempos remotos, han sido los humanos quienes observan las estrellas. Propongo usar esas estrellas y sus constelaciones para esbozar un relato que será imaginado por quien lo observa. A través de estos dibujos estelares poblados por seres vegetales, tal vez bosquejo otra cosmogonía naciente, donde lo humano ya no está al centro.

Aquí, el mundo vegetal y la vida subterránea ocupan un lugar primordial, indispensables en ésta simbiosis que nos compromete a vivir en un mundo en declive, en una Tierra finita, con humanos menos centrados en sí mismos, en su individualismo y en sus lógicas patriarcales o económicas, a menudo impuestas en detrimento de la vida.

Propongo preguntarnos cómo tejer vínculos más profundos y complejos con el reino vegetal, cómo reinventar relaciones entrelazadas que sean esenciales para reimaginar nuestra posición dentro de esta red viva.
























©Ana Tamayo
2025